
[...] Y algún día lograremos volar juntos sin ningún temor, libremente y cogidos de la mano a lo largo del inmenso cielo azul. Ya no sufriremos por nuestros temores ni nos odiaremos, la felicidad albergará sobre todo nuestro cuerpo y podremos decir que hemos encontrado la felicidad. Esperaré este día impaciente, cuando los dos amemos incondicionalmente.
Fragmento de mi novela inacabada: La pricensa de los ojos tristes.
